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Para vivir en
sociedad es necesario respetar las normas de convivencia que nos
permiten construir un universo compartido con las personas que nos
rodean. Esas normas se construyen desde una cultura compartida y varían
de unos lugares a otros dependiendo de los valores de cada comunidad.
Vamos a reflexionar sobre ello.
Muchas de las normas morales que seguimos en nuestra vida cotidiana
están basadas en valores que tienen importancia para nosotros. Algunos
filósofos y pedagogos, como Fernando González Lucini o Adela Cortina,
que han analizado el tema de las normas, la ética y la educación en
valores, nos dicen que las actitudes que tomamos responden a unas normas
de conducta que decidimos seguir y que están guiadas por nuestros
valores.
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El término ‘valor’ se
refiere a cualidades que poseen ciertos objetos o determinadas
acciones, gracias a las cuales son consideradas preferibles o más
acordes con nuestros principios morales.
Los valores suelen ser socialmente compartidos, aunque también pueden
ser individuales y una persona puede valorar positivamente cosas que
para sus conciudadanos carezcan de valor.
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Ser solidario o
egoista, defender la igualdad o discriminar a otras personas, ser
tolerante o intolerante, respetar a los demás… puede determinar las
normas de conducta que seguimos en situaciones sociales. Por eso, la
conducta moral depende de los valores de los que partimos, de tal forma
que valores y normas están estrechamente relacionados.
La sociedad trata de implantar en las personas valores comunes, y el
hecho de compartirlos es beneficioso para la convivencia del grupo. Por
eso, los valores no sólo determinan las normas morales que rigen nuestro
comportamiento, sino que las normas jurídicas que predominan en una
sociedad también están influidas por los valores dominantes en esa
cultura.
Por eso, distintos grupos sociales pueden diferir en sus valores. |
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